Manos que Moldean

Manos que moldean


Conocí a doña Rosa María Jerez por fuerza del azar, sin buscarla. Entré a su negocio Las Otilias  un día en el que ella estaba también por casualidad, según me dijo, porque suele estar en su casa, donde tiene su taller.


Doña María es una encantadora mujer madura,  con una sonrisa limpia y joven aún. Dice ser artesana, pero en realidad es una artista, una maestra alfarera: utiliza sus manos para hacer  esculturas de barro, principalmente  vírgenes y ángeles que recuerdan el sincretismo de las culturas latinoamericanas. También tiene otras piezas: mujeres campesinas desplazadas por la violencia, mujeres trabajadoras, madres cuidadoras y algunas  vasijas y recipientes utilitarios que se diferencian de la alfarería de la región por su creatividad e ingenio. Me llamó la atención que en su obra prima lo femenino, casi como un culto a la mujer. Las facciones de los rostros son finas y dulces, amables y cálidas.


Obviamente compré una primera pieza y me comprometí a visitar su taller, con la promesa de poderla invitar a Alma, un lugar para ser, de tenerla como facilitadora de los talleres de cerámica.


Cumpliendo mi promesa, y para saciar mi curiosidad también, visité con mi esposo su casa-taller en Ráquira. Al llegar nos recibió  con un café endulzado con panela, nos presentó a su familia y nos mostró con tímido orgullo su obra. Contó con genuina sencillez la maravillosa historia detrás de cada una de sus piezas, y cómo estas se entrelazan para ir  tejiendo el hilo de su paso por esta tierra. Narró algunos detalles acerca de su infancia y  su temprano interés por el barro y por las imágenes religiosas y sobre la manera en que, con el paso de los días y los años, fue perfeccionando su oficio silencioso y concienzudo, una mezcla de saberes que se ha transmitido en su familia de generación en generación, a modo de legado de afecto.


Al preguntarle por sus moldes sonrió  pícaramente y mostró sus manos. Nos reímos. Sus piezas son únicas, de manera que si te gusta alguna no dudes en llevártela, porque no la volverá a repetir.


El papa Francisco fue homenajeado en su visita a Colombia con una de sus obras. Pero eso no es lo que  importa. Lo realmente significativo es que yo tengo el gusto de tener su Ángel de la Luz, y de haber contado  con su compañía de un día, de su charla amable y de su mirada genuina.


Imposible no sentir cariño por doña  Rosa María, por lo que florece en esta tierra.



Leonor Osuna Motta

Relatos para el Alma 2021



Comments

Post a Comment

Popular Posts